¿Recuerdas tu lista de propósitos de año nuevo?
Quizá hayas bajado ese peso que necesitabas para mejorar tu imagen, o hayas dejado de fumar, tal vez sepas conciliar mejor tu vida personal y tu trabajo, quizá hayas comenzado a hacer ejercicio con regularidad..etc. Si es así: enhorabuena!
Si no es el caso, puedes unirte a la lista de las personas que colgaron sus propósitos del árbol de Navidad allá por año nuevo, pero que, de momento, siguen quedándose en eso, solo en adornos y «buenos propósitos».
Y es que la razón humana decide con determinación, pero las emociones, los sentimientos y los estados de ánimo comienzan a deambular por nuestro interior, robándonos la fuerza de voluntad que poseíamos.
El deseo es necesario pero ya sabemos lo que dice el refrán popular «del dicho al hecho, hay un trecho»
Para salvar esa distancia, te recomiendo que antes de avanzar hacia un objetivo concreto, te hagas estas preguntas.

Mucha gente quiere cambiar pero, a la hora de la verdad, no es suficiente con desearlo. Es necesario desmontar la rutina anterior, y comenzar a introducir la nueva paso a paso y de forma adecuada.
El cambio de un hábito no es nada fácil y depender únicamente de la fuerza de voluntad, nos puede hacer perder mucho tiempo, en cambio, conseguirlo hará que te sientas mucho mejor contigo mismo y que suba tu autoestima mejorando tu satisfacción vital.
- ¿Te has planteado las consecuencias emocionales de seguir soportando tanto estrés, o de continuar fumando, o de vivir siempre acelerado, con relaciones que no te llenan, etc.?
- ¿Has valorado el lado positivo del cambio? ¿Has pensado como podrías superar tus barreras?
Y recuerda, a veces los riesgos de no cambiar, son mucho mayores a los de cambiar.
Un coach de salud en estos casos puede ser tu mejor apoyo. Sin juzgarte y de forma respetuosa con tus circunstancias, te ayudará a conseguir cambiar de manera que no rebases los límites de lo saludable.
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